Hace tiempo que venimos avisando de que la inversión en sostenibilidad no es ninguna moda pasajera sino que es un cambio que ha llegado para quedarse y que tiene importantes implicaciones a nivel global.
Este creciente apetito por la inversión en sostenibilidad, responde no sólo a un cambio en la mentalidad de los inversores, sino en un cambio real en las políticas de inversión y desarrollo tanto en Gobiernos, Bancos Centrales como en empresas, que ha favorecido al impulso que ha tenido esta temática en los últimos meses.
La reflexión parece clara; si los Bancos Centrales por ejemplo, están priorizando la compra de activos que cumplan ciertos criterios de sostenibilidad, este tipo de activos serán más atractivos para los inversores. Así mismo, las empresas que no cumplen con este tipo de criterios, se esforzarán por hacerlo, ya que de ello dependerá no sólo su capacidad de financiación en los mercados, sino también la evolución de su negocio, pues cada vez más inversores valoran los criterios ESG a la hora de seleccionar una compañía para comprar.
Uno de los activos financieros que más ha crecido por ejemplo, han sido los ETFs sostenbiles, que a lo largo del año pasado han recogido más de la mitad del total de entradas netas en este tipo de productos. Según fuentes especializadas, estas entradas en ETFs sostenibles, suponen unos 45.500 millones de euros (durante el pasado año). Es decir, de cada euro de inversión en ETFs en 2020, algo más de la mitad ha entrado en aquellos relacionados con la sostenibilidad. Datos que hablan por sí solos de la importancia que está empezando a tener la sostenbilidad en las carteras de inversión.
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