Nos situamos en la recta final de este año 2021, y es hora de echar la vista atrás y hacer balance.
Ha sido un año atípico el cual comenzaba con un asalto al capitolio por los seguidores de Trump tras la decepción de las elecciones norteamericanas, y terminaba con el fin del mandato de la canciller alemana Angela Merkel en diciembre después de 16 años de mandato.
Durante el camino, y hablando de mercados, tuvimos diferentes velocidades en lo que a la renta variable se refiere. Se esperaba un año casi tan positivo como el 2020, sin retiradas de estímulos y con una vacunación estable que mejoraría el consumo y la salud financiera de la mayoría de las economías. Llegados a marzo, nos encontramos con una pequeña ralentización mundial debido al colapso de un buque en el canal de Suez. Este canal, situado en la costa egipcia, fue creado de forma artificial para unir el comercio entre el mar mediterráneo y el golfo pérsico. Es una de las principales entradas de exportaciones asiáticas hacia el continente europeo. Esto produjo un colapso de otros muchos buques durante días y la escasez de ciertos productos en el viejo continente. En este mismo momento fue donde se empezó a hablar de la escasez de microchips para la fabricación de dispositivos electrónicos y vehículos.
De camino a verano, se habló de la creación de una super liga a nivel europeo, Israel bombardeó Gaza en el mes de mayo y el G7 acordó un impuesto general a todas las multinacionales mundiales de un 15%, entre otros eventos. Además, vimos uno de los máximos más espectaculares en contagios por COVID-19 (abril 2021, 904.430 casos en todo el mundo). Todo lo nombrado, más las restricciones de personas, confinamientos y toques de queda, causó que muchos sectores de la economía no terminarán de reactivarse y que, por tanto, los mercados soportaran subidas lentas con correcciones cortas dado la incertidumbre que rodeaba al virus y a las economías.
El verano se afrontaba bastante positivo, tras la eliminación de restricciones en los principales países europeos y un ánimo ambicioso por la recuperación de aquellos sectores más perjudicados. Del mismo modo, y con motivo de la celebración de los juegos olímpicos, también se esperaba “el despertar” del continente asiático, particularmente de China. Había quedado rezagado durante el primer semestre causa de la elevada regulación del gobierno a las tecnológicas del país.
Surgieron nuevos brotes del virus a lo largo de los meses estivales y finalizó con la toma de Kabul por parte de los talibanes en Afganistán. Dió mucho que hablar en determinados países, pero los movimientos que se podían hacer al respecto eran muy limitados. Tuvo lugar la repatriación de muchos militares destinados en esta nación, y la salida ociosa de refugiados de su país de origen.
El ultimo trimestre del año iniciaba con la revalorización de casi el 10% en algunos índices como el EuroStoxx. Los llamados “cuellos de botellas” con motivo de la eliminación de restricciones y la vuelta a un consumo masivo, comenzaron a invadir muchas tertulias. Durante el mes de septiembre la inmobiliaria china Evergrande hizo “default” del pago de varias emisiones de bonos que vencían en el corto plazo. Era la inmobiliaria más endeudada del mundo, y causó un efecto dominó con otras empresas dentro de las fronteras chinas. Fue un incentivo más para la ralentización económica del país y para la revisión a la baja del PIB por parte de la mayoría de los analistas.
Por otro lado, era el momento de prestar atención a los mercados, ya que los principales bancos centrales hablarían sobre sus políticas monetarias y sus retiradas de estímulos fiscales. La inflación comenzó a ser titular en todas las portadas, llegando a ser en noviembre la mayor en las últimas tres décadas (29 años). El encarecimiento del precio del petróleo y los disparados precios de la luz (de los que hablamos en este articulo) contribuyeron más que cualquier tipo de activo al encarecimiento de bienes.
Finalmente, fue ya en diciembre cuando los mercados comenzaron a tambalearse principalmente por las inestabilidades y la propagación que nos proporcionaba la variable del coronavirus sudafricana, Omnicron. Turno para los bancos centrales, la Fed anunciaba “dos o tres subidas de tipos para 2022”, y el mercado reaccionaba con pasividad. El BCE no se mojaba en este aspecto, y solo anunciaba retiradas pausadas de estímulos. Durante las ultimas semanas apreciamos los famosos “rallys” de final de año, donde los principales índices recuperaban lo descontado a principio del mes. La inflación volvía a batir el récord de noviembre, disparándose un 6,7% en España en diciembre con respecto al mismo mes del año anterior.
En definitiva, el curso 2021 ha estado lleno de acontecimientos, donde los principales índices han llegado a varios máximos históricos, pero con disparidad en mercados globales con China y algunas zonas europeas a la cabeza. Nos espera un 2022 en donde jugarán un papel crucial las políticas monetarias de los bancos centrales, el restablecimiento del consumo pre-pandémico, la escasez de ciertos productos, vacunación y nuevas variantes del virus y una inflación que cada vez da más que hablar.
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