Las emisiones de bonos llevan consigo más complicaciones de las que pensamos. Cuando hablamos de emisiones de deuda nos referimos a mecanismos de financiación alternativos a los tradicionales. En función de la situación económico-financiera que se encuentre la empresa, y de su calidad crediticia, estos bonos pueden ser clasificados como “High yield” o “Investment grade”.
Durante este proceso de calificación juegan un papel crucial las agencias de rating. Estas son entidades de capital privado las cuales se encargan de valorar la calidad del crédito tanto de empresas privadas como de estados (deuda corporativa vs deuda soberana). Se debe recordar que, las emisiones de deuda pueden llevarse a cabo tanto por organismos públicos como privados. Por tanto, estas agencias se encargan de clasificar la solidez de ambas clases de instituciones.
Las agencias son las que identifican el diferencial de solidez crediticia. Aquellas definidas como “High Yield” vienen caracterizadas por ser empresas y/o estados con altos niveles de deuda, que pueden poner en peligro su viabilidad. Habitúan a tener ratings peores que los bonos “Investment Grade” por la estructura del balance, o por cualquier riesgo reputacional que les pueda rodear en la economía donde residan. El rating puede variar dependiendo de la agencia que lo realice, ya que se da importancia diferente a determinados hechos. Las principales ventajas que presentan el High Yield son unos retornos más atractivos debido a que el inversor está asumiendo riesgos superiores y TIRs más atractivas. Como aspectos negativos señalamos los puntos extra de volatilidad que aporta, y por supuesto, un riesgo que quiebra superior por parte del emisor (el cual se paga con rentabilidades más sugerentes).
De la otra parte, los bonos “Investment Grade” son bonos que cuentan con un riesgo crediticio muy bajo. El riesgo crediticio hace referencia a la posibilidad de “default” por parte del emisor. Por tanto, al ser inversiones más “seguras” aparentemente, tanto la rentabilidad como los cupones suelen ser inferiores que los bonos de alto rendimiento (High Yield). Además, se centran en horizontes temporales más amplios. Acostumbran a ser emitidos por empresas y/o estados con una reputación considerable, una solidez consistente y una economía y balance reseñable.
Probablemente, a la hora de hablar de tipos de bonos habrán escuchado la expresión ángeles caídos (fallen angels). Se refiere a aquellas empresas/estados que emitieron deuda con ratings superiores a BBB y en la actualidad están por debajo de esa calificación. Fueron emitidos como bonos Investment Grade y pasaron a ser bonos High Yield.
Finalmente, para diferenciar la calidad de crédito según las principales agencias de rating, facilitamos el siguiente cuadro explicativo.
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